lunes, 26 de enero de 2009

Mitos y leyendas de las civilizaciones antiguas sobre el espacio.

Índice.



Introducción………………………………………..3


Mitos y leyendas.

Griega……………………………………..4

Teogonías griegas.

Teogonía de Hesíodo.

Nórdica…………………………………5-6

Sursahariana……………………………....6

El relato de los boshongo
Azteca…………………………………..7-9

Los cinco soles.

La estructura del Universo y la Tierra.
Conclusión................................................................9

Bibliografía...............................................................9

Imagenes.................................................................10






INTRODUCCIÓN.


En la antigüedad los mitos ofrecían respuestas sobre el origen del universo, cosa que actualmente hacen las teorías científicas. La diferencia es que mientras la ciencia explica los hechos a través de la relación entre conceptos científicos, las culturas arcaicas los explicaban mediante relatos de las relaciones entre los dioses, relatos llamados mitos. Al ofrecer una visión integradora del mundo, al facilitar el tránsito de la extrañeza a la comprensión, los mitos y los ritos que acostumbraban acompañarlos permitían la seguridad psicológica de los partícipes en la creencia colectiva y, a la vez, la elaboración de los signos de identidad necesarios para la vida en comunidad.

Los mitos elaborados por las diferentes culturas desde la antigüedad hasta nuestros días y que intentan explicar el origen del Universo y el principio de los tiempos, es lo que llamamos "cosmogonías".

Estas llamadas "narraciones cosmogónicas" nos retrotraen a un momento originario en el cual el mundo no estaba formado, o aun no estaba configurado tal como lo vemos. Los elementos constitutivos se hallaban en desorden y el relato mítico nos narra, precisamente, el proceso de reagrupamiento, de integración del material. Sea en la recensión de Hesíodo, recogida en su Teogonía o en el relato del demiurgo platónico presente en el Timeo, las cosmogonías griegas narran como en el origen fue el Caos. El acto de creación divino es pues, un acto de orden. Esto a su vez marcará el principio del ser y del bien para el pensamiento griego. El ser no puede ser lo informado; por lo mismo el mal se acerca a la carencia de límite.

En general, las narraciones cosmogónicas no sólo representan una configuración ontológica del Universo, sino que de ellas también se derivan ciertas necesidades éticas para la preservación en la unidad del mismo.

Actualmente, las teorías científicas proporcionan al imaginario popular los elementos para la descripción del origen del universo y lo que hay en él; orígenes que anteriormente eran explicados solo a través de la cosmogonía presente en las diferentes religiones. Así, las ciencias describen la evolución del universo, particularmente a través de la teoría del Big Bang; y el origen y la evolución de la vida, a través de la teoría de la síntesis evolutiva moderna.









MITOS Y LEYENDAS.


CULTURA GRIEGA.

Las teogonías griegas.

La mitología griega también recoge en sus relatos el origen del Mundo. Pero debemos tener presente que para el pensamiento religioso griego una cosmogonía suponía no solamente el origen de nuestro mundo físico, sino también el origen de los dioses, el origen del hombre y la organización social.
Hay una serie de rasgos generales compartidos por estas cosmogonías griegas. En primer lugar, el origen del Mundo parte de la organización de una materia primitiva, que a veces se organiza sóla. El segundo concepto fundamental es el de los pares de contrarios; esta idea recuerda a la explicación dualista de los filósofos pitagóricos que consideraban que los números procedían de dos elementos opuestos: el par y el impar. Este planteamiento permitía concebir un gran número de oposiciones: el bien y el mal, frío y calor, día y noche. Otro elemento característico de las cosmogonías griegas es que la ordenación del Mundo no se produce instantáneamente, sino que pasa por fases intermedias en las que aparecen criaturas monstruosas y míticas hasta que el desorden es definitivamente desplazado y desaparece.

La teogonía de Hesíodo.

De todos los relatos cosmogónicos griegos, la Teogonía de Hesíodo es la obra más antigua y mejor conocida de todas. Escrita entre finales del siglo VIII y comienzos del VII a. C., es la fuente de la que se nutre toda la mitología griega. Hesíodo, que con seguridad es posterior a Homero, vivió en torno a l siglo VIII a. C. y ya entre los griegos tuvo la fama de ser él quien ordenó los mitos religiosos, organizando la genealogía de los dioses. Como señala Mircea Eliade, en esta Teogonía podemos distinguir hasta cuatro fases: en la primera fase, parte de la existencia de Caos, y después de la Tierra, Eros, el Cielo y la primera generación divina; en una segunda fase, se describe la castración del Cielo por su hijo Cronos; en la tercera parte, Zeus logra no ser devorado por Cronos, su padre y toma el poder; y en la última fase, se narra la batalla de Zeus y los dioses contra los titanes. El autor nos describe el origen del Mundo como parte de una teogonía, siendo la formación del Mundo un tema secundario, porque, de hecho, a Hesíodo le interesa la «estirpe de los inmortales», como bien nos indica en su poema.
Hesíodo comenzó su obra con una invocación a las Musas, quienes le inspiraron en su poema y le instruyeron en su tarea. Hesíodo describe la experiencia como un encuentro místico con los dioses. Podemos pensar que esta descripción oscila entre lo que podría ser un recurso literario y una experiencia religiosa, en la que un dios se aparece a un mortal (pastor, campesino...) y le transmite unos conocimiento.







CULTURA NÓRDICA.


La mitología nórdica eran unas creencias e historias compartidas por los pueblos germanos septentrionales y una visión particular de la creación. En el folclore nórdico, estas creencias duraron mucho tiempo, llegando algunas de ellas a nuestros días.
El pueblo nórdico posee su explicación de la creación y origen del mundo, del surgimiento de la vida, de la naturaleza y de los dioses. Tal cosmogonía parte del instante infinito en que sólo existía el vacío, el Ginnungagap, abismo insondable que contenía el germen de la totalidad de las cosas: Niflheim, al Norte, una región brumosa o reino del hielo eterno. Allí murmuraba la fuente Hvergelmir de la cual partían doce ríos helados. Al Sur estaba el reino de fuego, el Muspellsheim, luminoso y caliente, con ríos de aguas ocres y venenosas comparables con el infierno medieval. Estos mundos representan el bien y el mal en constante pugna, principios fundadores de la vida y base de la mitología nórdica.
A medida que los ríos helados se alejaban de la fuente, se fueron derritiendo a causa del calor de Muspellsheim y del hielo derretido surgió Ymir, un gigante hermafrodita de escarcha, padre de la estirpe de los Gigantes de Hielo. También surgió la vaca Audumla, de cuya leche se alimentó Ymir.
Estos dos primeros seres tuvieron descendencia en forma asexuada: Ymir se durmió y sudó, de su mano izquierda surgió una pareja de gigantes, y de sus pies un hijo. La vaca se alimentaba del hielo sagrado, y en tres días sus lamidas descubrieron un hombre: Buri, hermoso, grande y poderoso, que sería el patriarca de la familia de los dioses o Ases. Buri tuvo un hijo, llamado Borr, que se casó con la giganta Bestla, para procrear tres hijos: Odín, Vili y Ve. La primera tríada de Ases o Aesir, divinidades guerreras.
Odín y sus hermanos mataron a Ymir y en la sangre de sus heridas se ahogaron todos los gigantes menos la familia de Bergelmi. Odín y sus hermanos despedazaron el cuerpo de Ymir para formar el universo: del cráneo del gigante hicieron la bóveda celeste, de su cerebro las nubes, de su carne hicieron la tierra, de sus cabellos los árboles, de su sangre el mar y los lagos, de sus huesos las montañas, de sus muelas las rocas. De los gusanos que brotaron de la carne de Ymir se formaron los enanos, a quienes los dioses dieron forma humana y raciocinio y, debajo de la tierra recién creada, pusieron a cuatro de estos enanos para sostenerla: Nordi, Sudri, Austri y Vestri (los cuatro puntos cardinales). De las chispas que salían del Mulpellsheim formaron las estrellas, ordenando sus órbitas.
La Tierra quedó rodeada del Mar exterior. En sus costas quedaron los gigantes que lograron escapar de la matanza. En su interior, protegida por una muralla que son las cejas de Ymir, levantaron un recinto central llamado Midgard, la Tierra Media, hogar de los Hombres. Un gigante fue convencido por Odín de tomar forma de águila, Hraesvelg y se le encomendó crear, con el batir de sus alas, el viento que proviene del el norte del mundo.
Más tarde, Odín y sus hermanos tomaron dos árboles inertes de la playa y le dieron forma humana. Odín insunfló en ellos el espíritu y la vida, Vili les otorgó pensamiento y sentimiento, y Ve les dio el oído y la vista. Los vistieron y les dieron nombres a los seres recién creados: al hombre llamaron Ask y la mujer Embla. De ellos descienden humanos, habitantes de Midgard.
El reino de los Ases era el Asgard, donde había un imponente salón, El Valhalla, morada de los héroes que morían en combate, conducidos allí por las Valquirias, diosas guerreras que escogían a los más valientes. Este lugar celestial estaba unido a Midgard, la tierra de los mortales, mediante Bifrost, el puente del arco iris hecho de fuego para que los gigantes no pudieran atravesarlo. Cada día cabalgan los dioses, cruzando el Bifrost, para estar con los humanos. En el Asgard también Odín tenía el Gladsheim, un palacio de oro con su trono desde donde presidía entre los demás dioses por su sabiduría. Éste es hogar de los doce dioses o ases y desde allí dirigen el destino de los hombres. Vingolf sería el palacio de las diosas.
Niflheim quedó como un tercer reino -tenebroso, mundo inferior- que sería, a partir de entonces, el hogar de los muertos.






CULTURA SURSAHARIANA.


El relato de los boshongo.

Los boshongo son una tribu del actual Zaire y en su cosmogonía está también presente la idea de la oscuridad preexistente y el agua original. En este mito es nuevamente la voluntad de un dios, Bumba, la que permite la aparición del mundo. También podemos considerar que este mito se desarrolla en varias fases, ya que son los hijos de este dios los que finalizan la creación.
Según el relato de los boshongo, al principio, sólo había oscuridad y Bumba estaba sólo. Un día Bumba se sentía atormentado por su terrible dolor de estómago. A continuación sintió nauseas y al realizar un esfuerzo vomitó el sol; y así la luz se difundió por todas partes. El calor del sol hizo que parte de las aguas primitivas se secasen, de manera que en algunas zonas empezó a aparecer tierra seca. Después Bumba vomitó la luna y las estrellas, de forma que la noche tuvo también su luz.
Nuevamente Bumba se sintió mal y realizó otro esfuerzo, tras lo cual aparecieron nueve criaturas vivas: el leopardo, el águila, el cocodrilo, un pez, la tortuga, el rayo (llamado Tsetse), la garza blanca, un escarabajo y un cabrito. Por último apareció el ser humano; había muchos hombres, pero sólo uno era blanco como Bumba: Loko Yima. Esas criaturas crearon a su vez nuevas criaturas.
Entonces, los tres hijos de Bumba (Nyonye Ngana, Chongannda y Chedi Bumba) dijeron a su padre que ellos terminarían de hacer el mundo. De todas las criaturas solamente Tsetse, el rayo, creaba problemas. Tanto mal hizo que Bumba lo atrapó y lo encerró en el cielo. La humanidad se quedó entonces sin fuego, hasta que Bumba enseño al hombre cómo sacar fuego de los árboles.
Cuando finalmente la obra de la creación estuvo acabada, Bumba se paseó entre los pueblos y dijo a los hombres: «Mirad todas estas maravillas. Os pertenecen». Del dios Bumba, el creador, el «Primer Antepasado», proceden todas las cosas y todos los seres.






CULTURA AZTECA.


Los Cinco Soles.

Según los aztecas el supremo creador de todo fue el dios Ometecuhlti que, junto a su esposa Omecihuatl, creó toda la vida sobre la tierra. En otras versiones, esa pareja creadora original, se reduce a una sola divinidad llamada Ometeotl que adquiere una doble vertiente, por un lado la masculina, Ometecuhtli, y, por otro, la femenina, Omecihuatl. Así, este dios, que aparece como un dios del fuego y como el dios supremo del panteón azteca, es una divinidad andrógina. No recibió culto formal ni tampoco contó un centro de culto, pero estaba presente en cada ritual y en todas las elementos de este mundo. Esa pareja cósmica, o ese dios andrógino, dio a luz a los cuatro dioses que más tarde crearían cada uno de los soles y más tarde tuvo otras 1.600 divinidades más. Según la mitología azteca antes de nuestro sol, que es el quinto, existieron otros cuatro. Para los aztecas vivíamos, por tanto, en la quinta creación, o en la quinta era. Volviendo a la pareja original y a su descendencia, la legenda mexica señalaba que cada uno de seos dioses creadores luchaba por la supremacía en el mundo, empleando cada uno su propia fuerza cósmica: tierra, fuego, viento o agua. Mientras esas fuerzas se mantuvieran en equilibrio, el mundo estaba en orden y podía existir la era de un sol; sin embargo, si se producía un desequilibrio cósmico, ese sol, junto con la Tierra y los seres humanos de esa era, perecerían. El primero de esos cinco soles fue el creado por el dios Tezcatlipoca, que era el dios de la Tierra. Sin embargo, su creación fue algo imperfecta, ya que los seres humanos aparecieron con forma de gigantes y en vez de un sol completo, se formó medio sol. Aquellos gigantes seres humanos, se vieron obligados a sobrevivir solamente con bellotas y piñones. A consecuencia de esta pésima alimentación, los humanos crecieron poco y débiles. En un momento determinado de esa era, los jaguares devoraron al medio sol existente y, ayudados por la oscuridad, fueron destruyendo y asesinando a los seres humanos gigantes.
El segundo de esos soles fue creado por el dios Quetzalcoatl, dios del Viento. Bajo este sol, los humanos se alimentaron con semillas de árboles, que todavía eran insuficientes para fortalecer a los hombres, que debían sobrevivir a los fuertes vientos. Los tremendos huracanes en ocasiones arrojaban a los seres humanos lejos. A pesar de ello, algunos humanos lograron sobrevivir al ser capaces de transformarse en monos
Tlaloc, que era el dios de la Lluvia en la mitología azteca, creó el tercer sol. Durante la era del tercer sol, los seres humanos hambrientos vivían de cereales. En este mundo, fueron los tremendos volcanes los que provocaron las desgracias. Enromes volcanes hacían erupción y las cenizas caían desde el cielo, consumiendo y enterrando el mundo. Sin embargo algunos hombres sobrevivieron al convertirse en pájaros que podía escapar a aquellas destructivas erupciones.
Chalchiuhtlique, la diosa del Agua azteca, fue la encargada de la creación del cuarto sol. Los seres humanos de esta creación intentaron sobrevivir con una semilla conocida con el nombre de acicintli, pero ésta no era comida suficiente para los humanos, que tenían que enfrentarse a enormes inundaciones. El agua emergió del centro de la Tierra provocando una tremenda catástrofe en el mundo. Algunos seres humanos lograron sobrevivir a esta catástrofe convirtiéndose en peces.
Todas las creaciones anteriores habían sido destruidas por una catástrofe, y con ella habían desaparecido los soles, las tierras y los seres humanos de cada una de esas eras. Entonces los dioses se dieron cuenta de que la existencia del quinto sol solamente sería posible con el sacrificio de otro dios. Así, los dioses decidieron levantar una enorme pira con ardiente fuego, si bien ninguno de ellos se atrevía a sacrificarse. Finalmente la decisión recayó en dos divinidades creadas por el supremo Ometeotl: los dioses Nanahuatl y Teucciztecatl. Éste último hizo hasta cuatro intentos para arrojarse al fuego, sin embargo, no tenía el suficiente valor y fue Nanahuatl, lleno de valentía, el primero en sacrificarse. Teucciztecatl consiguió reunir el suficiente coraje y finalmente siguió a Nanahuatl en el sacrificio. Nanahuatl se transformó en un sol resplandeciente, que ninguno de los dioses podía mirar directamente, mientras que su compañero se convirtió en la luna. El resto de los dioses se percató de que Nanahuatl no se alzaría en el firmamento hasta que no recibiese alimento necesario, es decir: los corazones para comer y la sangre para beber, de otros dioses sacrificados. Tras el enfrentamiento entre Nanahuatl y la Estrella Matutina, que se enfadó ante la idea del sacrificio, este último dios que era el más feroz de los 1.600 dioses, fue derrotado. Entonces todas esas divinidades, las 1.600, decidieron sacrificarse para dar alimento a este quinto sol, tras lo cual Nanahuatl, se alzó desde el este. Esos dioses se sacrificaron, ofreciendo su sangre para dar vida a este quinto Sol, pero Hiutzilopochtli tuvo que luchar con las tinieblas para poder expulsarlas del mundo y esa lucha dio origen a las estrellas. En otras versiones, se cuenta que esos dioses se fueron arrojando uno tras otro a ese fuego legendario, hasta transformarse en los astros que componen el firmamento.
Los aztecas se creían a sí mismos como el pueblo elegido para mantener al sol con vida, sin su ayuda este quinto sol, terminado un ciclo de 52 años, no volvería a salir. Para este pueblo la sangre es un elemento fundamental, que del mismo modo que mantiene vivo al ser humano, también puede dar vida al actual sol, llamado Hiutzilopochtli. . Por otro lado, este pueblo creía que igual que los cuatro soles anteriores, Hiutzilopochtli también podía desaparecer en un cataclismo y consideraban, además, que el mundo tal y como lo conocían, sería destruido en un gran terremoto, al final de un ciclo de la rueda calendárica de 52 años. Para mantenerlo vivo le proporcionaban como alimento un componente que sólo se encontraba en la sangre de las madre muertas en el parto, de los guerreros muertos en combate y de los prisioneros sacrificados.




La estructura del Universo y la Tierra.

A pesar de esa continua destrucción y reordenación del Mundo, para los aztecas el Universo se mantiene con una estructura permanente e intacta a lo largo de esas cinco creaciones. La estructura básica del Universo mexica se compone de tres partes: el cielo, la tierra y el inframundo. Los seres humanos vivimos en la Tierra, que es como un enorme disco situado en el centro del Universo. Rodeando a la Tierra hay un anillo de agua que conecta a la Tierra con el Cielo. El Cielo estaba estructurado, según la cosmovisión azteca, en forma piramidal compuesta por trece niveles; trece cielos que sirven de morada a los dioses. Los primeros cuatro niveles constituían el llamado Teteocán, que estaba ocupado por las tormentas, el sol, el firmamento, las estrellas, la luna, etc... Los siguientes niveles del Cielo se conocían con el nombre de Ilhuicatl, donde se encontraban el Dios Rojo del Fuego, el lugar del Dios de la Estrella Blanca del Atardecer y el Dios Amarillo del Sol. El último nivel del Cielo, el más elevado, lo ocupaba el dios Ometecuhlti, el supremo creador de todo.
Por debajo de la Tierra se encontraba el inframundo, que también se componía de varios niveles, pero de número inferior al Cielo. En total eran nueve los inframundos y eran conocidos con el nombre de Mictlán, el lugar de los muertos. En el nivel inferior vivía el dios Mictlanteutli, que era el Dios de la Muerte. La lucha a través de esos inframundos hasta llegar al último, era angustiosa y muy costosa y el sufrimiento se sucedía continuamente hasta llegar al noveno nivel, donde uno podía descansar para siempre junto a Mictlanteutli, también encontrado como Mectlatecuhtli. Sin embargo, los aztecas también consideraban la posibilidad de ir al cielo cuando uno moría. Así, por ejemplo, cuando una madre moría en el parto o un guerrero moría en la batalla, podía ir al Tlalocán, el primer nivel del Cielo.
La Tierra por su parte, fue creada por los dioses inspirándose en el primitivo monstruo marino llamado Cipactli, con cuerpo de cocodrilo y de pez; así, la Tierra fue concebida por la mitología azteca como un enorme cocodrilo que flotaba sobre el mar original. Las esquinas de ese cocodrilo creado por los dioses fueron estirándose hacia arriba hasta poder sujetar el cielo.
Con respecto a la creación de los seres humanos en esta quinta era, los aztecas atribuyeron esta labor al dios Quetzalcoatl. Como ya hemos señalado anteriormente, este dios es una de las divinidades principales entre los aztecas, los toltecas y otros pueblos mesoamericanos. Aparece como el dios del cielo y también es creador y es el sabio legislador. Quetzalcoatl organizó el cosmos original y participó en la creación y construcción de los mundos de los distintos periodos. Según cuenta la legenda, este dios descendió al Mictlán, el inframundo, y allí recogió los huesos de los seres humanos de los períodos precedentes. A su vuelta, él esparció su propia sangre sobre estos huesos para convertirlos en los seres humanos de esta quinta era. Quetzalcoatl gobierna el ciclo del quinto mundo y es quien creó en él a los humanos.





CONCLUSIÓN.

En conclusión, actualmente podemos considerar estos mitos y leyendas irreales y fantasiosos, ya que discrepan con los estudios científicos realizados hasta el momento, pero antiguamente tenían la necesidad de creer en todas esas historias pues era su modo de justificar unas realidades que no entendían.




BIBLIOGRAFÍA.

-Wikipedia./ cosmogonia.

-Tiempo y humanidad.

- Google/ imágenes.

1 comentario:

BTS dijo...

la sociedad es dificil de contactar la posivilidad de ser gey ok solo con razones de que ande con hombres y Maduro no lo deja no dá comoda para alimentar alos demas no lo que decees hoy juega Colombiay es bacano me pongo la camisa de colombia argentina-valledupar y cartagena